El ambiente donde nace la idea de Provoke
La revista japonesa de fotografía PROVOKE publicada por primera vez en 1968 promueve una nueva forma de pensar la imagen y crea una influencia tan fuerte, que perdura hasta nuestros días. Para entender su nacimiento y la importancia en la historia de la fotografía es necesario adentrarnos en el ambiente sociopolítico en el que se generan estas ideas producidas en un país que vive las consecuencias del estallido de dos bombas atómicas y los disturbios producidos por las protestas estudiantiles de 1,967 y 1,968. Por esta razón abordaremos los hechos más importantes que impulsaron a un grupo de fotógrafos japoneses a revelarse a los convenciones fotográficas de su época.
Tratado de Seguridad entre EE.UU. y Japón
La historia de las revueltas estudiantiles de 1968 en Japón comienza en 1960. Ese año, un movimiento popular de amplia base surge para impedir la ratificación del Tratado de Seguridad entre EE.UU. y Japón (abreviado «Anpo» en japonés).
Algunos de los objetivos del tratado de Seguridad y Cooperación Mutua era desmilitarizar y democratizar a Japón. Este tratado fue reaccionario a la tensión sufrida por la guerra fría durante el movimiento de piezas políticas en la región asiática, lo que provocó el rechazo de muchos ciudadanos japoneses, aunque los más conservadores lo consideraban una buena oportunidad para recuperar la soberanía del país.
El director de la Asociación de Estudiantes de la Universidad Meiji escribió: «Nací en 1938 y crecí en una época en la que no teníamos nada. Después de la guerra pasé tanta hambre como pude soportar. [Si se aprobaba el tratado] pensé que volveríamos a aquellos días. Este miedo me motivó a unirme a la lucha anti-Anpo. Ya estaba harto de la guerra y del hambre».
Departamento editorial de Sekai, «Tōdai tōsō to gakusei no ishiki», Sekai (septiembre de 1969), 64, 71.
El levantamiento estudiantil de 1968 comenzó de forma repentina. En octubre de 1967, un pequeño grupo de activistas se enfrentó a la policía cerca del aeropuerto de Haneda, en Tokio, para impedir que el primer ministro Satō Eisaku viajara a Vietnam del Sur. Los estudiantes, que llevaban cascos de construcción de plástico, se impusieron a policías ligeramente armados.
Autor desconocido. Protesta alrededor de la construcción del Aeropuerto Marita, 1969
La lucha vista a color por televisión
Las imágenes del violento enfrentamiento, en el que murió un activista estudiantil, se emitieron en los noticiarios de la televisión nacional en vivos colores, en una época en la que los televisores en color acababan de generalizarse. Los estudiantes y trabajadores más jóvenes, que se habían perdido las protestas de 1960, quedaron cautivados por la heroica lucha que presenciaron en sus televisores y las sectas Zengakuren, recientemente moribundas, experimentaron un aumento de miembros y participación.
En octubre de 1968, decenas de miles de simpatizantes saquearon la estación de Shinjuku, en el centro de Tokio, en lo que más tarde se recordaría como el «Motín de Shinjuku» (Shinjuku sōran jiken).
El rápido crecimiento económico japonés
El rápido crecimiento económico transformó a Japón de nación en vías de desarrollo en nación desarrollada. En 1948, la renta per cápita era de aproximadamente 100 dólares, frente a los 1.269 dólares de Estados Unidos y los 91 dólares de Sri Lanka. Sin embargo, en 1968, Japón superó a Alemania Occidental y se convirtió en la segunda economía del mundo occidental. La población urbana japonesa se disparó y en 1965, el número de empleos en el sector manufacturero superó por primera vez al de la agricultura, la silvicultura y la pesca. Mientras tanto, la remodelación masiva de Tokio y otras ciudades antes de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 transformó drásticamente el entorno urbano.
En gran medida, la economía japonesa experimentó una aceleración gracias a las lucrativas adquisiciones de Estados Unidos para la Guerra de Corea, equivalente a 2,000 millones de dólares en productos japoneses.
Brett L. Walker. Historia de Japón. Editorial Akal 2017
Un antiguo decano de la Universidad de Kioto recordaba: «La riqueza era una fuente de tremendo estrés en aquella época. Era totalmente nueva para nosotros». Especuló que «las ansiedades que sentimos cuando de repente dejamos de tener que soportar la pobreza» contribuyeron a espolear las revueltas estudiantiles.
Billete de 500 Yenes. retrato del Principe Shōtoku. Primera emisión en 1957. Emisión suspendida en 1986.
Migración de pueblos agrícolas a las ciudades
La migración urbana estaba compuesta en su inmensa mayoría por jóvenes. En 1965, el 42% de la población urbana de Japón -y el 47% de la de Tokio- tenía entre 15 y 34 años. Además, como la mayoría de los emigrantes eran trabajadores varones, en centros urbanos como Tokio y Osaka el número de hombres superaba ampliamente al de mujeres.
Migración japonesa en Cifras
Este movimiento hacia la acción directa se vio respaldado por las condiciones a las que se enfrentaba la juventud urbana. El crecimiento económico impulsó la migración a gran escala de los pueblos agrícolas a las ciudades; en 1945, sólo el 28% de la población japonesa residía en ciudades, pero en 1970 esa cifra alcanzó el 72%. Un proceso de urbanización que duró un siglo en Estados Unidos se comprimió en solo 25 años en Japón. En 1962 la población de Tokio superaba los 10 millones de habitantes, y en 1968 su densidad de población era de 15,484 personas por kilómetro cuadrado, muy superior a la de Nueva York (9,809 en 1967) o Londres (4,937 en 1969). Según una encuesta de 1965, el 37% de los tokiota vivía en un espacio inferior a cinco metros cuadrados per cápita.
Miyazaki Manabu, Toppamono (Gentōsha Autorō Bunko, 1998), 1:121
Modernización acelerada y crisis de identidad en la población japonesa
Un estudiante de la prefectura de Okayama que ingresó en la Universidad de Tokio en 1966 escribió que los enormes edificios de hormigón y los pasos elevados de Tokio le parecían totalmente inhumanos. Recordaba haber experimentado una «crisis existencial» que creía muy común entre su generación. La sociedad urbana moderna le parecía «insensible» y «encaminada en la dirección equivocada», escribió, razón por la que muchos estudiantes de su generación se volcaron en la filosofía existencial, el teatro absurdo y las teorías marxistas de la alienación.
«Los estudiantes de izquierdas de hoy se plantean obsesivamente preguntas existenciales….[Su movimiento es,] además de una expresión de la crisis de identidad juvenil, un intento ferviente (aunque ingenuo) de comprender la crisis social.»
Takahashi Akira, sociólogo que estudió el activismo estudiantil en 1968.
Mientras tanto, la repentina inmersión en la sociedad de consumo provocaba sentimientos de culpa y ansiedad. En la década de 1960, los japoneses de las zonas rurales seguían siendo educados según una ideología de preguerra que hacía hincapié en la conservación y el ahorro. Pero ahora se encontraban en una nueva cultura urbana de producción y consumo masivos a una escala sin precedentes. Una historiadora recordaba su época de joven ama de casa: «De repente éramos cada vez más ricas. Podíamos comprar lavadoras y televisores, pero nos sentíamos muy incómodas. No dejábamos de pensar: ¿esto está bien? ¿Está esto realmente bien?». En un panfleto de 1969, los Zenkyōtō de Waseda declaraban su «odio a esta hinchada sociedad consumista.»
Incertidumbre y ansiedad en las calles
Un antiguo decano de la Universidad de Kioto recordaba: «La riqueza era una fuente de tremendo estrés en aquella época. Era totalmente nueva para nosotros«. Especuló que «las ansiedades que sentimos cuando de repente dejamos de tener que soportar la pobreza» contribuyeron a espolear las revueltas estudiantiles.
Del mismo modo, un miembro del Zenkyōtō de la Universidad de Nihon escribió:
«La vida está vacía y el futuro es desesperanzador. Nos ponemos cascos, llevamos palos de madera y nos enfrentamos a la muerte. Al menos en ese momento, uno debería experimentar alguna forma de estar vivo.»
Amano Yasukazu, reproducido en Ogura Toshimaru, ed., Komentaaru sengo 50-nen, vol. 5: Rōdō, shōhi, shakai undo (Shakai Hyōronsha, 1995), 237.
A mediados y finales de los años sesenta, los estudiantes japoneses no tenían casi ninguna oportunidad de viajar al extranjero. Las regulaciones gubernamentales habían impedido a los japoneses viajar libremente al extranjero sin un propósito aprobado por el gobierno hasta 1964, e incluso después de la desregulación las tarifas aéreas y marítimas seguían siendo prohibitivamente caras.
Auge del Cine Japonés de Posguerra
«Durante la Guerra, se cerraron en Japón 1,400 cines. Tras la victoria de los aliados, las autoridades estadounidenses vetaron todas las películas. Se prohibieron los temas nacionalistas y tradicionales, pero, pese a todo ello, algunos directores, como Yasujiro Ozu, continuaron como hasta entonces.«
Mark Cousins. Historia del Cine. Blume 2011
Una forma de producción cultural que los estudiantes del Zenkyōtō disfrutaban era el cine japonés de yakuzas (gánsteres). Los precios de las entradas eran bajos y el cine era la forma de ocio más popular en el Japón de principios de la posguerra. De forma similar a la India actual, Japón en los años cincuenta lideraba a todas las naciones en películas producidas al año.
En 1959, el maestro Yasujiro Ozu dirigió Ohaya/Buenos días, que hablaba precisamente del nuevo consumismo, a través de la historia de dos jóvenes que intentan obligar a sus padres a comprarles un televisor declarándose en Huelga«.
Mark Cousins. Historia del Cine. Blume 2011
Tokyo Story de Yasujiro Ozu es calificada como No. 4 mejor película de arte y ensayo de todos los tiempos. Por The Guardian
«Los años de posguerra fueron mucho más fructíferos, a nivel fílmico, para el joven Akira Kurosawa. De hecho, una de las obras más importantes del neorrealismo japonés fue Un domingo maravilloso (1947), melodrama social con un amago de patetismo y esperanza hacia las ilusiones perdidas tras la Segunda Guerra Mundial.»
Andrés Expósito
Carlos Giménez Soria
Jordi Puigdomènech. AKIRA KUROSAWA LA MIRADA DEL SAMURÁI. Ediciones JC
La típica película de yakuzas de la época estaba ambientada en el Japón actual, pero enfrentaba a un gángster anticuado que valoraba la moralidad tradicional con una nueva raza de yakuzas más profundamente implicados en el capitalismo industrial. El arco argumental típico veía al yakuza de la vieja escuela sufrir diversas indignidades antes de alzarse finalmente para llevar a cabo una sangrienta venganza.
«El éxito internacional conseguido por Kurosawa con su película Rasho-mon (1950) contribuyó a afianzar la proyección internacional del país y muy pronto, empezaron a producirse más de quinientos filmes al año.
Mark Cousins. Historia del Cine. Blume 2011
La subcultura del Comic Manga
La palabra manga. Literalmente se traduce por dibujos caprichosos o garabatos. Se acuñó este término para definir el arte surgido por la unión del estilo gráfico de la pintura tradicional japonesa y las historietas (cómics) de estilo occidental. Para conocer mas del Manga te recomiendo este link.
Los cómics manga eran otra subcultura ampliamente disfrutada por la juventud japonesa de la época. Como los baby boomers eran tan numerosos, la industria del manga se dirigió a ellos desde una edad temprana, ajustando gradualmente el contenido de los cómics a medida que los boomers envejecían. Esto condujo al auge del manga dirigido a adultos jóvenes, y los baby boomers constituyeron la primera generación en Japón que no dejó de leer cómics al final de la adolescencia.
El Joe del mañana
Es un joven boxeador que lucha contra viento y marea, mientras que el protagonista de La estrella de los gigantes, también popular entre los activistas, es un joven jugador de béisbol; ambos son jóvenes de orígenes empobrecidos que se someten a un intenso entrenamiento espiritual y físico para alcanzar la gloria triunfando sobre rivales ricos. Aunque estos personajes se esforzaban por ascender, el riguroso ascetismo enfatizado en el manga recordaba una ética de autocontrol que estaba desapareciendo del Japón de la época, y los rivales derrotados pertenecían a la burguesía. Es significativo que ambos personajes continúen con su extenuante entrenamiento incluso después de alcanzar un estatus social más alto, empujando hacia adelante hasta que sus cuerpos están completamente destrozados, como si se castigaran a sí mismos por traicionar sus raíces a través de la movilidad social. Esta ética apelaba a las tendencias moralistas de los activistas estudiantiles, que desdeñaban la acumulación material y apreciaban hasta el final el ideal de la abnegación sin fin.
«Una vez que Japón perdió la Guerra, la cultura popular tuvo que cambiar. Como fueron los adultos los que perdieron la Guerra, no íbamos a soportar más adultos engreídos….. Los niños, en cambio, eran puros -no tenían ninguna responsabilidad en la Guerra-, así que los convertimos en nuestros protagonistas».
Miyazaki Hayao yon-man ji intabyū», SIGHT (invierno de 2002)
Como la idea generalizada era que el manga era para niños, los informes de estudiantes universitarios de élite leyendo manga detrás de las barricadas fueron recibidos inicialmente con sorpresa. Los personajes de manga se utilizaron incluso como mascotas de las revueltas estudiantiles, apareciendo en pancartas y folletos o incluso pintados en los cascos de los activistas, para identificar su afiliación sectaria. El presidente de la Facción del Ejército Rojo recordaba: «Desde luego, en nuestra facción leíamos mucho manga. Nos encantaban Shōnen Magazine, Shōnen Sunday, el Manual de combate ninja de Shirato Sanpei y Tomorrow’s Joe«.xlvi De hecho, cuando la Facción del Ejército Rojo llevó a cabo un secuestro en marzo de 1970, los culpables declararon: «¡Somos los Joe del Mañana!».
Lo que escuchaban los jóvenes japoneses
Consideremos la relación de los estudiantes japoneses que protestaban con la música rock. Como ya se ha dicho, el salario medio de los licenciados universitarios era de unos 80 dólares al mes, pero los discos LP costaban 2.100 yenes (6 dólares), las guitarras japonesas más baratas 18.000 yenes (50 dólares) y una guitarra americana importada más de 200.000 yenes (560 dólares). La posesión de discos era poco común y pocos poseían tocadiscos. Además, poner la música a todo volumen en los estrechos apartamentos de madera provocaba las quejas inmediatas de los vecinos. En consecuencia, los jóvenes tenían pocas oportunidades de escuchar discos nuevos fuera de los clubes de música de las grandes ciudades.
Un conocido crítico musical que estaba en la escuela secundaria cuando los Beatles llegaron a Japón en 1966 recordaba que, aunque algunos compañeros eran fans, muchos estudiantes se quejaban de que el pelo largo de los Beatles era feo, o de que la música era demasiado alta y ni siquiera debería llamarse música.
Una encuesta sobre los gustos musicales de los baby boomers a finales de los sesenta reveló las siguientes preferencias:
Preferencias musicales de finales de los 60´s en Japón
Música folk, 40%; baladas, 14%; pop, 12%; clásica, 12%; jazz, 10%; y rock, 8%.
Liberación sexual en la juventud japonesa como tema recurrente en el trabajo de los fotógrafos nipones
También había un desfase entre el momento en que las canciones se hicieron populares en Estados Unidos y el momento en que se hicieron populares en Japón; los aficionados japoneses a la música occidental a finales de los sesenta tendían a preferir las melodías estadounidenses de finales de los cincuenta y principios de los sesenta.
2 millones de abortos anuales
«Al igual que el pelo largo, la liberación sexual llegó al final de las revueltas estudiantiles. Había habido relativamente poca actividad sexual dentro de las universidades atrincheradas, donde la disciplina había sido tan apreciada. Tras la derrota del Zenkyōtō, los estudiantes descorazonados buscaron la salvación en el amor romántico, lo que condujo a la liberación sexual japonesa. Sin embargo, las píldoras anticonceptivas no eran legales en Japón, y la educación sexual y las publicaciones con información sobre sexo estaban aún poco desarrolladas, por lo que se produjo un aumento de los embarazos y los abortos. A principios de la década de 1970, el número de abortos se acercaba a los dos millones anuales.»
Shutō Kumiko
Foto: Shomei Tomatsu, de la serie Chewing Gum and Chocolate,1959.
La primera manifestación por la liberación de la mujer (ūman ribu) en Japón tuvo lugar en octubre de 1970, desencadenando actividades similares en todo el país. Las organizadoras eran mujeres exmiembros de sectas y grupos Zenkyōtō. Estaban furiosas tanto por la discriminación que habían sufrido dentro del movimiento estudiantil, como por verse obligadas a abortar durante la frenética experimentación del amor libre tras las fallidas revueltas estudiantiles. Hasta junio de 1970, las activistas estudiantiles sufrieron en silencio para no socavar la lucha contra el Tratado de Seguridad. Una vez renovado el tratado, se sintieron libres para formar su propio movimiento.
Esta liberación sexual influyó directamente en el erotismo fotográfico japonés de posguerra. Eros fue el tema dedicado de la revista PROVOKE No. 02.
Foto de Daidō Moriyama. Eros. Provoke Nº 2. 1969. Colección Per Amor a l’Art © Daidō Moriyama Photo Foundation | StyleFeelFree
El ambiente socio político que emerge en el período de posguerra en Japón está constituido por manifestaciones que se vuelven cada vez más violentas, la crisis de identidad de los jóvenes, el crecimiento económico acelerado, la occidentalización de los valores, la tensión de la guerra fría, la revolución sexual y un ambiente de rebeldía reaccionario a las ideas propuestas por la “Straight Photography” representada por Alfred Stieglitz, Edward Esteichen en Estados Unidos. Todo esto hace que fotógrafos japoneses como Takuma Nakahira, Shomei Tomatsu, Daido Moriyama, Koji Taki, Tahikoo Okada y Yutaka Takanashi se planteen desarrollar un nuevo lenguaje fotográfico.
Estas ideas desembocaron en la formación del colectivo VIVO y la publicación de una de las revistas más importantes de la historia de la fotografía, La Revista Provoke, como lo llaman sus fundadores «documentos provocativos para la reflexión».
En la segunda parte de este artículo, entre otros datos interesantes, tendremos la entrevista de Takuma Nakahira. Encuentra aquí la entrada Cuestionar la imagen. las Cinco lecciones fotográficas que nos deja Takuma Nakahira en este siglo XXI.
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