Hosoe es sin duda uno de los fotógrafos japoneses de posguerra más importantes e influyentes a nivel mundial.
Pocos fotógrafos han logrado provocarme una impresión tan grande y por largo tiempo como los proyectos fotográficos de Eikoh Hosoe. Por esta razón voy a dedicarle una publicación separada de sus trabajos más representativos.
Hosoe ha entendido y explicado muy bien el resultado de la fotografía con la unión de la acción humana y mecánica fotográfica.
“La fotografía no es el producto de un movimiento físico sino del trabajo psicológico, ya que la cámara es tratada y manejada por un ser humano”.
Eikoh Hosoe en una entrevista hecha a San Francisco Museum of Modern Art.
Sin duda Hosoe es otro fotógrafo japonés de posguerra que rompe con la tradición documental de su época. Además, su obra constituye un aporte valioso al movimiento PROVOKE; sin embargo, mantiene un estilo original, violento y audaz en el que explora temáticas específicas.
“ La fotografía parece muy realista, pero ¿es real? Según la palabra japonesa [para] fotografía, shashin-shashin: parece real, pero no lo es. Reflejo de la verdad.”
Eikoh Hosoe
Es muy interesante como confluyen estos gigantescos talentos fotográficos porque junto Ikko Narahara y Shomei Tomatsu fundan la agencia VIVO, cuyo nombre procede de “Vida” en esperanto.
Los libros que publicó Hosoe fueron realizados por los mejores diseñadores de esa época. Adicional a esto, sabemos que Daido Moriyama (otro fotógrafo que publicaremos más adelante) fue su asistente en 1961. Como mencionamos en Tomastu y el expresionismo documental, Hosoe es cofundador de la Escuela de Fotografía WORKSHOP y la que ha sido una inspiración para fundar y desarrollar junto a otros colegas la Escuela de Fotografía Efe en Guatemala.
Kamaitachi: El monstruo mítico japonés
Kamaitachi es un proyecto fotográfico con imágenes centradas en el mito japonés de Kamaitatchi, un monstruo folclórico que se cree que existió en el Japón rural. Estas fotografías fueron creadas en colaboración de Eikoh Hosoe y el coreógrafo y bailarín Tatsumi Hijikata durante varios años a finales de la década de 1960. El famoso coreógrafo, creador del estilo de danza abstracta Butoh, actuó ante la cámara de Hosoe, representando el movimiento del monstruo Kamaitachi.
“Kamaitachi es un animal ficticio. Kama significa «comadreja hoz». Tiene una especie de toque humorístico. Humor, pero no el humor más seguro, sino el humor peligroso, algo así. El kamaitachi-itachi tiene el sentido de atacarte”.
Eikoh Hosoe
Butho, el baile del subconsciente
El Butoh es una manifestación artística de posguerra creado por Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata. Por medio de esta propuesta, estos dos bailarines sitúan la danza japonesa en un punto intermedio entre la tradición y la vanguardia, ubicándo el Butoh en un territorio impreciso entre oriente y occidente.
Japón se escandalizó ante las caras grotescas de los bailarines y sus movimientos febriles, sexuales e irracionales; bizqueaban, imitaban el comportamiento animal, tenían espasmos, reproducían gestos de sufrimiento, temblaban como si se estuvieran electrocutando, ofrecían un espectáculo macabro y, por encima de todo, daban miedo.
Ana Vidal Egea. Diario el País
Hosoe se encontraba de visita en Yamagata, un pueblo agrícola al norte de Japón, fue allí donde presencioó la improvisación de una danza realizada por Hijitaka. Esta danza estaba inspirada en la leyenda de un demonio parecido a una comadreja llamado Kamaitachi.
Tatsumi Hijikata fue uno de mis mejores amigos. Él creó la palabra butoh. La palabra es una palabra general en japonés. Butoh era un baile, pero era así, sin control ni nada, [hace ruidos], así. Ta-ta-ta. Paso, paso, paso. Movimiento controlado. No con el movimiento de la danza de ballet o la danza moderna americana, sino más japonés. Le dije que quería fotografiarle en su lugar de nacimiento. Tengo la sensación de que él mismo es un kamaitachi.
Eikoh Hosoe
“En el pueblo, jugó con los niños, se rieron de él los granjeros al borde de la carretera, cagó en medio de un campo, atacó a una novia, secuestró a un bebé y corrió por el paisaje rural. Casi todo el rodaje se hizo al estilo guerrillero en un abrir y cerrar de ojos. Era algo que sólo podía conseguirse con la fotografía. Ningún otro medio -película, televisión, pintura o novela- podría haberse utilizado en su lugar. En ese momento, tuve la certeza de la superioridad de la fotografía.”
Eikoh Hosoe, «Prólogo» en Kamaitachi
La obra maestra de los fotolibros japoneses
El innovador Kamaitachi de Eikoh Hosoe se publicó por primera vez en 1969 en una edición limitada de 1.000 ejemplares. Este exquisito volumen nunca ha estado disponible fuera de Japón y ha estado agotado durante mucho tiempo. En homenaje a la creatividad y artesanía del objeto original y en colaboración con el fotógrafo, Aperture se complace en recrear el arte único de este libro. Cada una de las páginas está impresa como un desplegable individual, que se abre para revelar una única y asombrosa imagen en blanco y negro. El exterior de cada desplegable está impreso en un espectacular azul celeste. El efecto al abrir el libro es el de adentrarse en un paisaje desconocido de teatro y sensualidad barroca.
Que son los Kamaitachi
El poeta y crítico de arte Shozu Takiguchi escribe:
Me vienen a la memoria recuerdos de mi infancia: mi padre era médico rural, y varias veces vi cómo llevaban hasta el umbral de nuestra casa a campesinos que decían haber sido mordidos por un kamaitachi. Eran momentos aterradores, con olor a sangre, como el primer rayo que surca un cielo oscuro. Oía a los campesinos decir que les habían atacado de improviso, bajo un secadero de arroz o un viejo caqui. Pero nadie guardaba rencor a aquella comadreja invisible. De hecho, una familia de comadrejas vivía en el desván del cobertizo de paja que había detrás de nuestra casa. De vez en cuando, las veía lanzarse por el campo, siempre por el camino más corto, y desaparecer. Vivían entre la gente, pero la evitaban. Se rumoreaba que eran tan cautelosos y ágiles que nunca recorrían dos veces el mismo camino. Me pregunto qué habrá sido de ellos. Un libro define el kamaitachi como una laceración producida por el vacío localizado creado por un demonio de polvo. Nadie sabe realmente la verdad. Los días del kamaitachi ya pasaron”.
Shozu Takiguchi
Las fotografías que produjo la colaboración de ambos artistas poseen una sensación profunda y mística, en donde la acción del coreógrafo se funde sutilmente con el paisaje. Los dos artistas realizaron una investigación y exploración a la tradición y un alejamiento de la capital cada vez más americanizada. El resultado de esta colaboración constituye el resguardo en imágenes de lo que queda de una de las leyendas más puras de la identidad japonesa.
La edición de Aperture
Aperture es una organización fundada en Nueva York en 1952 por fotógrafos y escritores. Se ha dedicado a publicar autores y trabajos sobresalientes en el mundo de la fotografía y en 2005 realiza una edición especial diseñada por el renombrado diseñador Ikko Tanaka, quien fue el diseñador original de la primera edición.
«Generalmente se supone que la cámara es incapaz de retratar lo que no es visible a los ojos. Y, sin embargo, el fotógrafo que la maneja bien puede retratar lo que no se ve en su memoria». Heikho Hosoe.
Eikoh Hosoe
«El encuentro cambió radicalmente la relación de Hosoe con la fotografía o, más bien, con la gente a la que fotografiaba«, escribe Yasufumi Nakamori, comisario y académico que trabajó estrechamente con el fotógrafo en un nuevo libro retrospectivo de su obra, meticulosamente investigado. «En lugar de limitarse a fotografiar al sujeto, empezó a verse a sí mismo como partícipe de la creación de un espacio y un tiempo distintos”.
Había decidido que no quería ser un fotógrafo documental tradicional (registrar directamente un lugar y su gente). Yo era un fotógrafo mucho más codicioso que eso: Quería plasmar mi recuerdo de la tierra de la que procedía mi madre y donde yo había nacido.
Eikoh Hosoe. Epílogo del libro Kamitachi. Aperture Foundation. 2005.
Durante la sesión fotográfica en la que Hosoe capturaba las interacciones naturales de Hijikata con el entorno y las personas que se cruzaban en su camino, ambos artistas llevaron a cabo una profunda indagación de la tradición y una exploración, tanto personal como simbólica de las agitaciones que afectaban a la sociedad japonesa de su época.
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