De mi niñez recuerdo muchas cosas, los paseos con mis papás, las navidades en casa, las fiestas familiares y muchos otros momentos memorables que hoy viven en el baúl de fotos en la casa de mis viejos.
Un baúl y algunos álbumes que mi mamá se esmeró en conservar y al que con cierta frecuencia acudimos para revivir aquellos momentos que llenaron mi infancia.
Hoy agradezco a la Pentax de mi papá y, por supuesto, a su talento y paciencia de cargar aquel equipo a cuestas en todo momento, porque gracias a ello no solo conservo tesoros de aquellos días, sino el gusto por seguir documentando la que ahora es nuestra vida y que, algún día no muy lejano, será un pasado digno de ser recordado.
Gracias pa, por confiar tu cámara a las manos torpes de un niñito curioso, por gastarte unos centavos extras permitiendo que quemara algunas fotos del rollo y revelándolas para mi, gracias porque sembraste en mí la semilla de un talento que hoy pongo a disposición de todos y que, ojalá, permita seguir conservando la historia que vale la pena recordar.